sábado, 14 de junio de 2014

Origen de la celebración del Día del Padre



Cualquier hombre puede ser un padre, pero se necesita alguien especial para ser un papá.



El día del padre se ha convertido en una fecha importante para ratificar y reconocer el cariño y respeto que se tiene hacia la figura paterna en la familia.

En el Perú  conmemoramos el amor a los padres cada  3er domingo de junio, esta celebración varía de acuerdo a cada país.


Origen de la celebración del Día del Padre


Esta celebración nació en Estados Unidos de la gratitud de una hija, Sonora Smart Dodd, hacia su padre un veterano de la guerra civil estadounidense llamado Henry Jackson Smart. La esposa de Henry falleció al dar a luz a su sexto hijo y él cuidó y educó a sus hijos sin ayuda y con todo el cariño del mundo en una granja del estado de Washington.

A Sonora Smart Dodd se le ocurrió la idea de celebrar el Día del Padre mientras escuchaba un sermón del Día de la Madre en 1909. Al principio propuso el 5 de junio, fecha del cumpleaños del señor Smart, pero la elección de la fecha no prosperó. 


La idea de instituir un "Día del Padre", sin embargo, sí que fue ganando aceptación. En 1924 el presidente Calvin Coolidge apoyó la idea de establecer un día nacional del padre, y en 1966 el presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación que declaraba el tercer domingo de junio como el Día del Padre en Estados Unidos.

La celebración se extendió rápidamente a Europa, América Latina, Asia y África como una manera de homenajear a los padres y reconocer su papel en la crianza y la educación de sus hijos. 

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viernes, 9 de mayo de 2014

Retrato de una Madre





Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados; una mujer que, siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud; la mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños; una mujer que siendo rica, daría con gusto su tesoro para no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud; una mujer que siendo débil se reviste a veces con la bravura del león; una mujer que mientras vive no la sabemos estimar porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero que después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus latidos. De esa mujer no me exija el nombre si no quieres que empape de lágrimas vuestro álbum, porque yo la vi pasar en mi camino. Cuando crezcan vuestros hijos, léanles esta página, y ellos, cubriendo de besos vuestra frente, os dirán que un humilde viajero, en pago del suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí para vosotros y para ellos, un boceto del Retrato de su madre.

Monseñor Ramón Ángel Jara